El poder de la ropa
Últimamente me acuerdo bastante de una buena amiga, la cual se convirtió en madre mucho antes que yo, y cuya hija, que tendría entonces unos 4 o 5 años, siempre iba vestida de rosa. Del fucsia al rosa palo, la paleta chiclosa se combinaba con algún tono de morado como mucho. Siempre igual. Un aburrimiento, y prácticamente una ofensa. ¿Porqué no la vestía con más colores? ¿Cómo era posible que mi amiga no hubiera oído hablar de la ropa infantil unisex?
A punto de sucumbir de un síncope de ver tanto rosa a mi alrededor, color casi inexistente ni en mi guardarropas ni en el de mi amiga, decidí preguntarle si la maternidad le había afectado al cerebro. O si había sufrido un daño ocular severo y no se daba cuenta que el vestuario de su pequeña era monocromático (y no precisamente negro). Resignada, me dijo que el rosa se había convertido en el color favorito de su hija, y que por más que le comprara ropa de otros colores, la niña sólo aceptaba vestirse como si fuera a participar en una carrera contra el cáncer de mama. Por supuesto no la creí.

Pensé que mi amiga había sucumbido a los dictados del patriarcado, sin saber muy bien ni cómo ni porqué, dejando que su hija representara todo aquello por lo que tantas veces habíamos luchado. Vale, ya se que estoy exagerando, y que simplemente se trataba de una niña vestida de rosa. Pero en aquel momento todo aquello me pareció poco más que una traición.
Ver para creer
Fue hace un par de días, cuando estaba vistiendo a mi querido cangrejo, que éste me dijo muy convencido que no quería ponerse los pantalones amarillos tan chulos, tan modernos y tan unisex que yo le había elegido. No. Él quería ponerse los vaqueros azules con un parche en forma de camión pegado a la altura de la rodilla.
Me hice la loca, haciendo caso omiso a sus peticiones. Él, con el ceño fruncido, me volvió a dar su negativa, y me dijo esta vez en francés (por si acaso no me había enterado a la primera en castellano), que los pantalones amarillos se los pusiera mi tía, que él quería sus vaqueros bien azules, con su horrible camión estampado. Respiré profundamente, y muy a mi pesar volví a guardar los genialérrimos pantalones de género neutro en el armario. Mi gozo en un pozo.
Convencida de que hay que respetar las decisiones de los mas pequeños, me pregunté porqué mi hijo, de apenas dos años, va mostrando cada vez mas predilección por prendas “de niño” con motivos considerados masculinos. Fue entonces cuando me acordé de mi amiga y de su hija adicta al rosa, y todo encajó.
Había necesitado casi diez años y una maternidad de por medio para poder entenderla. De repente me sentí menos sola en mi lucha de poder por la conquista del atuendo perfecto de esa mañana, aunque también me sentí temerosa. ¿Cómo era posible que a un renacuajo que no sabe ni contar hasta cinco, le atraigan las cosas que la sociedad atribuye a su género? ¿Tan bien hecho está el sistema que consigue moldear la mente de los más pequeños según los cánones establecidos, sin que padres y madres podamos hacer nada? O quizás es a nosotros a los que nos han lavado (y bien lavado) el cerebro, y acabamos llenando los armarios de azul para los niños y de rosa para las niñas.
Un escalofrío me recorrió la espalda. Acabé de ponerle los dichosos vaqueros azules al cangre, y mientras él se fue contento de haber ganado esa pequeña gran batalla hacia la afirmación de su ser, yo me quedé pensativa intentando idear una buena estrategia para abrir la mente de mi criatura, cada vez mas preocupantemente heteronormativa.
Ropa infantil unisex
Segun cuenta Alba Alonso Feijoo, autora del proyecto por la igualdad de género en la infancia RealKiddys, en un articulo sobre ropa infantil unisex publicado hace un par de años en El Pais, “nuestro papel como padres pasa por normalizar que unas prendas u otras no son exclusivas de un género. A mí me gusta ofrecerle a mi hijo camisetas o sudaderas de la sección dirigida a las niñas. Entiendo que no le gusten, porque la sociedad le está contando que eso no es para él. Sin embargo, la lección que está recibiendo es que si quisiera podría acceder a ellas, que no es exclusivo de las niñas.”

Y creo que ahí esta la clave. En enseñarles que tienen la posibilidad de ir mas allá de lo que la sociedad espera de ellos según su sexo, que no viven en un mundo tan binario. Debemos ayudarles a superar prejuicios permitiéndoles ser libres y fieles a ellos mismos.
Esta tarea pueda parecer enorme, porque la no poco poderosa industria de la moda sigue empeñada en marcar el género de nuestras criaturas desde el minuto uno de sus vidas, como si lo que tuviera un bebé entre las piernas tuviera alguna importancia.
Ropa sin límites
Como dice el eslogan del proyecto inglés #ClothesWithoutLimits, que promueve la ropa infantil unisex : “Las opciones que ven les enseñan lo que pueden llegar a ser”
Demos la posibilidad a nuestros hijos de vestirse como ellos quieran. Metamos en sus armarios camisetas fucsias, bodys azules, chaquetas con florecitas, pantalones con tractores.
Debemos ofrecerles todas las opciones disponibles. Olvidemos los estereotipos de género y permitamos a los mas pequeños crecer sin prejuicios. Lo importante de una prenda de ropa infantil es que sea cómoda, que permita a la personita que la lleva saltar, trepar y correr libremente. Los colores, adornos o motivos con los cuales esté estampada debería ser solo cuestión de gustos.
1“Back to school Vans” by Bunches and Bits {Karina} is licensed under CC BY-NC-ND 2.0
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